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Repetir las opiniones ajenas te mantiene pobre como una rata

Confundir estar informado con pensar… es la trampa que te mantiene ocupado.

Y pobre como una puta rata.


Te suena la escena.

Tienes que decidir un mensaje, un precio, una oferta, un nombre de producto.

Notas la tensión en el pecho.

En vez de sentarte diez minutos con el folio en blanco, te vas a buscar “referencias”.

Y cuando vuelves ya estás anestesiado.

Te sientes productivo, pero solo estás más lejos de la decisión final.


Tienes esa ilusión de avance.

Que te aleja de las decisiones más importan.


No te voy a engañar.

Yo me he montado esta película en más de una ocasión:


Veinte pestañas abiertas. Un post. Un vídeo. Un podcast de fondo.

Al final del día, la cabeza como un bombo.

Mucha opinión ajena, y pocas ventas.


Lo jodido es que parece que has hecho un trabajo serio.

Te digo la puta verdad.

Pensar incomoda.

Porque tienes que descartar opciones.

Porque tienes que ser crítico.

Porque pensar de verdad es mirarte al espejo y decirte…

“Esto es lo que voy a hacer. Y esto no”.


Y eso da vértigo, así que el cerebro te ofrece una salida muy elegante:

Consumir más mierdas y llamarlo investigación.

“Me falta claridad”. No joder. Claridad no te falta.


Lo que te falta es aguantar tu silencio.

Sin correr a por otra opinión prestada.

Sin buscar nada más ahí fuera.


Consumir no es pensar. Consumir es evitar.

Pensar es elegir y tragarte las consecuencias.


Si lo que buscas es trabajar menos y vender más, no necesitas más estímulos.

Necesitas una decisión que aguante el jodido lunes.


Si sigues jugando a “estar al día”, tu negocio no se cae… se pudre lentamente.

Y tú ni te enteras, porque sigues ocupadísimo.


P.D. Mañana te explico la única pregunta que uso para dejar de esconderme detrás de información ajena. Aviso: te deja sin excusas en menos de un minuto.

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