Tyson lo tenía muy claro:

Todo el mundo tiene un plan… hasta que te dan la primera hostia.

Con tu negocio pasa igual.

El lunes te sientas delante de la pantalla con tu café caliente y tu calendario abierto…

Oye… Un calendario completísimo:

Contenido 30 días.

Funnel. Emails.

Fechas de lanzamiento.

Objetivos de facturación.

Te miras el plan y piensas: “esta vez sí”.

Llega el viernes…

El post no lo ve ni su puta madre...

Los anuncios se comen todo el presupuesto y la lista abre menos que nunca.

Tú entras en modo drama.

Paralizas todo.

Cambias estrategia.

O peor aún, te apuntas a otro curso.

Abres otro documento con “Nuevo Plan Final Definitivo v.15”.

Y vuelta a empezar…

Tu problema no es la primera hostia del mercado.

Tu problema es que diseñas estrategias para un mundo donde nunca te rompen la cara.

Llamas “estrategia” a montarte castillitos en el aire.

Mapas, frameworks, funnel de colores… siempre todo muy bonito.

Te lo digo ya, eso no es estrategia.

Eso es fantasía con buena maquetación.

La estrategia real duele porque empieza con la primera hostia, no con el primer PowerPoint.

Una estrategia real es pensar de antemano qué coño hacer cuando la vida te da la primera hostia y las métricas se hunden...

El lanzamiento se queda frío.

Y ese cliente gordo se cae.

Ahora llega la segunda hostia:

Cuando te dices "necesito más claridad antes de dar el siguiente paso..."

Ya te lo digo, casi nunca es claridad.

Lo que estás pidiendo es garantía de no comerte más hostias.

Y aquí viene lo bueno, aunque duela:

No pierdes por el golpe.

Pierdes por lo que te cuentas después del golpe.

No es la hostia, es tu reacción infantil ante ella.

Mientras intentes diseñar planes blindados a la realidad, cada golpe del mercado te va a mandar una semana a chupar la lona.

El tema es que el que aguanta de pie, aunque se lleve las hostias, te seguirá robando el cinturón de campeón haciendo la mitad de esfuerzo (y de drama).

P.D. Mañana te cuento por qué el siguiente golpe te dolerá más.