Mira.

Todo el mundo te vende el gran drama de empezar a crear contenidos y exponerte.

Atrévete que no pasa nada… dicen.

Como si el mundo estuviera esperando tu primer correo con fuegos artificiales.

Y una mierda.

El verdadero drama llega cuando no pasa nada.

Publicas un post, no comenta ni dios.

Mandas un email, lo abren dos... tu madre y tú.

Subes un vídeo y lo ve un colega por pena y un señor de Cuenca que buscaba otra cosa.

Y claro, tu cabeza, que es muy lista para lo que le conviene, empieza:

esto no funciona…

me falta estrategia…

mi gente no está aquí…

ya seguiré más adelante…

Qué casualidad que siempre sigues cuando pierdes la vergüenza.

No es estrategia amigo. Es pánico.

Pánico a hablar en una habitación vacía y descubrir que igual no eres tan bueno como pensabas.

Pánico a apuntalar tu trabajo y esfuerzo sin que te hagan la ola.

Pánico a que el contador de likes te diga en voz alta lo que temes en bajito.

A nadie le importas una mierda... todavía.

Mira. Yo he mandado emails a una lista tan pequeña que me daba vergüenza llamarla lista. Y en lugar de seguir, me ponía a pedirle a la IA nuevas ideas como quien pide otra ronda para no irse a casa.

Lo más ridículo es que admiramos al que hoy tiene seguidores. Una lista...

Y con mandar un correo, vende como un cabrón.

Mientras tú, te machacas por empezar como una vez empezó ese mismo tío.

Como si él hubiera nacido con su lista de suscriptores debajo del brazo.

Vale, ya la habrás visto venir:

No lo dejas porque no funcione. Lo dejas para no sentirte invisible.

Y nadie te va a salvar de eso.

Mientras sigas huyendo de tu propio eco, irás en la dirección contraria a tu libertad.

P.D. Mañana te destapo la misma trampa pero para tu negocio.